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martes, 12 de agosto de 2008

La caducidad de lo evidente

A pesar de los años que han pasado, todavía recuerdo con exactitud aquel día de mi primer año en la facultad, hace ya 9 años, en el que estando cogiendo apuntes como un loco en la clase de Física mi fijé en cómo tomaba apuntes la compañera que tenía a mi izquierda. La chica tomaba apuntes de todo lo que decía o escribía en la pizarra el profesor como si de una mecanógrafa se tratase, cosa que me parecía absurdo e inútil, mientras que yo sólo tomaba nota de aquello que consideraba importante, no molestándome en anotar aquellas cosas que me parecían evidentes y que por tanto no se me olvidarían.

Con la llegada de los primeros exámenes, momentos en lo que tiré por primera vez de mis apuntes de forma seria, descubrí que mis apuntes eran un desastre puesto que había grandes lagunas sobre esas cosas tan evidentes que no me molesté en anotar. Pero aprendí. Aprendí que todas las cosas que en un momento dado en caliente parecen evidentes pueden dejar de serlo cuatro meses después.

Mis apuntes del segundo cuatrimestres fueron muy distintos. Eran muchos más gruesos ya que al igual que hacía la chica (que se ve que aprendió esta lección antes que yo) yo anotaba toda y cada una de las cosas que decía el profesor. Si éste decía algo evidente o que yo no consideraba importante en ese momento, lo anotaba. Que dos minutos después lo repetía, pues yo lo volvía a anotar como si fuera tonto.

Sin duda, esta decisión de considerarme tonto a la hora de coger apuntes me vino de gran ayuda el resto de años en la facultad.

Hoy en día, procuro extender esta práctica a mi profesión, tomando nota de cualquier chorrada que se diga en las reuniones o comentando los métodos que programo sabiendo con certeza que debido a las líneas que tiro a lo largo de una semana que en un mes no recordaré ni haber hecho tales métodos o clases. Y si yo no recordaré si tan si quiera haber programado esos métodos... ¿cómo voy a recordar qué hacen? Y peor aún, ¿cómo sabrá alguien que ni si quiera ha escrito esos métodos qué hace?

La respuesta es bien fácil: documentando el método. ¡Pero si es un método muy intuitivo que no necesita documentación! Se comenta. ¡Pero si está claro lo que hace! Se comenta. ¡Pero si hasta un tonto sabría lo que hace con sólo leer el nombre del método! Se comenta, que para tonto yo.

Así que para concluir: señores y señoritas, si no se consideran suficiente tontos como yo como para comentar lo evidente por favor, piensen en mí que sí lo soy y comenten todo.